Adquirir algo nuevo produce una sensación de emoción. Sin embargo, según cómo se haya adquirido esa pieza, el sentimiento será más o menos superficial y se prolongará más o menos en el tiempo. Hablamos con varios profesionales dentro del mundo de la moda para destapar las claves que nos llevan al equilibrio y al disfrute más acertado.
Según las estadísticas, los españoles tenemos aproximadamente una prenda nueva para estrenar cada ocho días. Así lo podemos traducir de un estudio que realizó el año pasado Kantar Wordpanel cuyos datos dicen que en España adquirimos 45 prendas de media en 2013 (por prenda se entiende pieza de ropa interior, exterior, calzado o accesorios). Un resultado que pone en evidencia que el consumo dentro de la industria textil sigue siendo alto.
Y la pregunta es: adquirir nuevas piezas, ¿nos hace felices? Abrimos debate con Pepa Bueno, directora ejecutiva de Acme (Asociación Creadores de Moda España), quien resalta que estrenar “nos hace ilusión, significa que te has concedido un capricho, es un placer estético que se traduce en satisfacción”, cuenta. Por su parte, Sandra Domínguez, directora y compradora de moda femenina de la clásica tienda Santa Eulalia en Barcelona, nos da también su visión y remarca que estrenar “significa que hemos encontrado esa pieza que nos faltaba, un nuevo elemento que pasará a formar parte de quiénes somos y que ayuda a expresarnos de manera no verbal”.
Hay una cosa clara y es que lo bello, gusta. Y si estrenar algo te hace sentir más guapa, será positivo. Ahora bien, ¿hasta dónde dura ese “subidón de autoestima”? La diseñadora catalana Míriam Ponsa nos da la clave: “ponerte algo nuevo es una forma de cambio, de hacer un reset y/o reinterpretarse a uno mismo, pero ¡atención! Solamente de forma superficial”.
Felicidad... pero breve
Un 28% de los españoles han reconocido este año ante Kantar Wordpanel que compra ropa, aunque no lo necesite. En ese caso, la felicidad pasa a ser mucho más momentánea. “No podemos estar consumiendo todo el tiempo, no se puede estar estrenando prendas que a lo mejor la primera vez que las lavas ya están viejas. Ese tipo de compras crean insatisfacción y tienen el problema de que disfrutas durante un periodo corto de tiempo”, declara la directora de Acme. Por su parte, Míriam Ponsa añade que se trata de una felicidad “temporal porque no es una felicidad conseguida a partir de un trabajo personal. Además, para alcanzarla se necesita la repetición de la acción y por tanto acumulación”, concluye.
La fórmula parece ser la siguiente: cuanto más te dejes llevar por el impulso a la hora de comprar (y estrenar), más breve será la sensación de bienestar posterior. Por el contrario, cuanto más meditada sea esa decisión, el placer será menos intenso en un primer momento, pero se alargará mucho más en el tiempo.
Estrenar sí nos aporta felicidad, pero hay que saber gestionar bien este proceso. “Si la pieza es la adecuada, esa felicidad puede prolongarse indefinidamente”, declara Sandra Domínguez de Santa Eulalia. ¿Cómo conseguir esa "felicidad eterna" entonces?
La importancia de lo emocional y de la ilusión
Existen muchos trucos para que la emoción por estrenar algo no se diluya tan rápidamente. En ese equilibrio está la clave del éxito. Apunta tres de los más eficaces.
- El sentido común. Adquirir nuevas prendas pensando. No se trata sólo de esperar a rebajas o a los mejores descuentos, sino de darle una vuelta a factores como la comodidad o la versatilidad. Durante cuánto tiempo me va a servir esta pieza y con qué ítems de los que ya tengo en mi armario podrá convivir mejor. A veces te podrás comprar una prenda de temporada a precio alto, pero si lo has valorado bien, habrá valido la pena. “Hay que elegir piezas que ilusionen y que se identifiquen con quiénes somos”, dice Sandra Domínguez. Y para eso, hay que pensar.
- Huir de los impulsos. Por muchas ganas que tengas de comprarte una prenda determinada, ten paciencia hasta que sepas que, de verdad, has dado en el clavo en relación con lo que buscabas. Es como la “prueba del bombón” que con tantos niños se ha realizado: si tienes paciencia, la recompensa será mayor (a los niños los dejaban solos en una habitación con un bombón, y les decían que, si conseguían esperar sin comérselo, volverían con un segundo bombón, y podrían entonces comerse los dos). ¿El resultado? Se comprobó que los que actuaron bajo ese comportamiento prudente, fueron después más felices en sus etapas más adultas.
- "El reencuentro". Pepa Bueno nos introduce este concepto que tanto nos gusta. “De pronto te topas con prendas que hace mucho que no te ponías, y funciona como la magdalena de Proust: ese bolso, zapato o vestido que tiene un valor especial y con el que incluso vuelves a vivir buenos momentos pasados. Es como volver a fotos de viajes que has hecho”. Desde Santa Eulalia, añaden: "a veces hay que dejarlas respirar un par de temproadas y recuperarlas, y entonces volvemos a enamorarnos de esa pieza, encontramos nuevas formas de combinarlas y recuperamos esa felicidad".
En definitiva, se trata de mantener siempre la ilusión y sacar punta al lado más emocional entre la relación individuo-prenda, ya que es lo que alimentará y alargará esa felicidad que experimentamos al estrenar algo. Que la compra sea lo menos superficial posible, que la pieza nos traslade a un estado emocional positivo o que esté cargada de sentimiento (te la han regalado, es una "herencia", etc) son algunas claves que incrementan el apego con esa prenda y la satisfacción al ponértela, alejándonos de relaciones más frágiles, triviales y compulsivas.
Y antes de acabar un dato más: la revista ‘Journal of Consumer Research’ demostró con varios estudios que al ser humano querer cosas le hace feliz, no tenerlas. No viene mal recordarlo.
Fuente: Revista Elle