Los partidos de fútbol pueden generar sentimientos en nosotros que no teníamos ni idea que existían. La euforia y algarabía tras un gol, así como la tristeza e impotencia luego de una derrota, nos pegan más fuerte de lo que pensamos.
Y es que el cerebro es un hábil deportista que juega su propio partido en nuestro cuerpo. ¿Quieres saber cómo te afectan esos 90 minutos de ver rodar la pelota en los pies de tu equipo? ¡Te lo contamos!
Decir que nos colocamos en los zapatos de los jugadores no es tan errado, al contrario. Nuestro cerebro trabaja de manera tal que nos intenta poner en su lugar gracias a las denominadas neuronas «espejo».
Esa conexión involuntaria que sentimos con el futbolista hace que, por ejemplo, cuando vemos una situación que nos es familiar (patear un tiro libre cuando lo hemos hecho en algún momento, o lo podemos vincular con alguna otra acción que se asemeje), esas neuronas se activan y nos ayudan a comprender el instante de esa acción que tenemos delante de nuestros ojos.
Como consecuencia de la acción de estas neuronas espejo es que solemos tener un aumento en la frecuencia cardíaca y respiratoria luego de un momento emocionante del juego.
Además, luego de ver a nuestro equipo salir victorioso, el cerebro segregará dopamina que nos generará placer y una sensación de positividad. En cambio, cuando estamos tristes o enojados porque nuestro equipo está perdiendo, el cerebro produce cortisol, conocida como la «hormona del estrés», o cantidades excesivas de serotonina, el neurotransmisor que puede causar ansiedad y depresión.
De acuerdo con un estudio del New England Journal of Medicine, el estrés emocional que experimentan los fanáticos durante los partidos intensos aumenta el riesgo de sufrir un ataque cardíaco. Obviamente, hay quienes son más propensos a sufrir esta consecuencia, por lo que el partido de fútbol es solo el desencadenante en determinado momento, ya que lo que enciende la mecha puede ser otro acontecimiento.
Por esa razón quienes sufren de complicaciones cardiovasculares tienen que tener especial cuidado a la hora de ver un evento deportivo apasionante y controlar sus reacciones. Aunque a veces, es incontrolable. Pero no todo es negativo. Ver deportes también puede beneficiarnos al subir el ritmo cardíaco y tener efectos similares a los de practicar una actividad física, ¡tan solo observando a otro hacerlo!
Sea para bien o para mantenernos alerta, ver partidos de fútbol nos provoca un montón de sensaciones lindas y efímeras que sin dudas vale la pena experimentar, ¿no lo crees?
#PiensaPositivo
Fuente: Vix