Si bien este es un problema que casi todas las relaciones enfrentan en algún punto, también es cierto que el erotismo no tiene por qué tener fecha de caducidad, y, por salud física, mental y emocional, nadie debería resignarse a una vida sexual mediocre.
Es perfectamente posible reencender la llama de la pasión, pero para ello hay que dejar de ver al sexo como algo que solo puede ocurrir satisfactoriamente de manera espontánea e ideal, para comenzar a interpretarlo como una más de las áreas importantes de la relación que podemos cultivar y mejorar con diligencia, constancia y práctica.
¿Por qué se apaga la pasión en una pareja?
En su Best Seller Inteligencia erótica, la psicóloga de la sexualidad Esther Perel afirma que todas las relaciones cambian y evolucionan a lo largo del tiempo, y esto incluye los sentimientos, el tipo de comunicación, el nivel de confianza y, por supuesto, la vida íntima.
Aunque hay muchas parejas que logran mantener el interés erótico mutuo y el goce del cuerpo y el sexo como parte de su convivencia cotidiana, también ellas estarán de acuerdo con que los encuentros no tienen la misma intensidad pasional que al principio de la relación, y esto es parte de la maduración sana y normal del deseo sexual.
Esto se debe a que a medida que avanza la convivencia con una misma pareja, la química hormonal en la parte de nuestro cerebro que dirige las relaciones amorosas también va cambiando. Dicho de otro modo, pasamos de la emoción de lo nuevo a la seguridad de lo conocido.
En la primera etapa, todo se siente con mucha más intensidad, y no solo el placer sexual, también la inseguridad, los celos y los enojos. En la segunda, progresivamente todo se vuelve más manejable, pero al mismo tiempo comenzamos a extrañar esas noches que nos hacían sentir más vivos, conectados y excitados que nunca.
Cuando todo lo demás en la relación funciona adecuadamente y hay buena comunicación, la pareja encuentra maneras de seguir disfrutando al máximo de una vida íntima, porque no dependen exclusivamente del cóctel hormonal del deseo para seguir vinculándose y dejar volar las fantasías. Pero si, además de la disminución natural del impulso sexual debemos enfrentar dificultades adicionales que disminuyen nuestra creatividad, energía y disposición, entonces el goce erótico comienza a convertirse en un bonito (y frustrante) recuerdo que parece imposible de recuperar.
Factores externos que afectan el deseo en la pareja
- Estrés: Cuando estamos estresados por dificultades en el trabajo, financieras o familiares, el cuerpo libera una serie de hormonas que son antagonistas directas del deseo.
- Falta de comunicación: Con frecuencia nos da vergüenza expresarle a nuestra pareja lo que queremos en la cama. A veces, ni siquiera lo tenemos claro porque la falta de comunicación es con uno mismo.
- Falta de tiempo de calidad: El trabajo, los hijos y las responsabilidades pueden provocar que la pareja no cuente con suficientes espacios de intimidad, tranquilidad y calma.
- Rutina: La rutina es uno de los peores enemigos del deseo sexual porque hace que demos todo por sentado con nuestra pareja y elimina dos factores fundamentales en una vida erótica sana: la curiosidad y el asombro.
¿Qué hacer cuando la pasión se apaga?
Como te mencionamos al principio, el hecho de que haya muchas razones por las cuales va disminuyendo la intensidad de la vida sexual, no significa en absoluto que no sea posible recuperar el deseo. Pero no se trata solo de buena voluntad. Hay que atacar el problema de raíz.
1.- Recuperar una relación positiva con el cuerpo
No podemos esperar que alguien provea de placer y cuidado a nuestro cuerpo si no podemos hacerlo nosotros mismos. Muchas veces los conflictos en la cama son consecuencia directa de conflictos con nuestra autoimagen o de una desconexión con nuestras necesidades elementales.
Antes de comenzar a resolver el problema en pareja, es básico realizar un análisis introspectivo que nos permita escucharnos a nosotros mismos; reconectar con nuestros cinco sentidos y con nuestro derecho fundamental al placer. Esto, por supuesto, incluye consentirnos más y no tener miedo de autoexplorarnos física, mental y emocionalmente, pero también invertir más tiempo y disciplina cuidando nuestro cuerpo con la alimentación, los buenos hábitos y el ejercicio.
Fuente: Zen to go