La gran brecha hizo que mi mente pensara en la vieja —y algunos podrían argumentar sexista— "regla de la mitad más siete", que ha moldeado la comprensión cultural de lo que es una brecha de edad aceptable en las relaciones.
Es una ecuación matemática simple que surge con mayor frecuencia en estos días en referencias a relaciones que involucran a hombres mayores y mujeres más jóvenes. Se toma la edad del compañero mayor (50 en el ejemplo anterior), se divide por dos (25) y se suma siete (32). Si ese número es menor o igual a la edad de la persona más joven en la pareja, "la regla" sugiere que esa persona tiene la edad suficiente para salir con la persona de mayor edad. Y si es más alto, eso sugiere que la persona es demasiado joven.
Interpretar esta "regla" como una ley férrea de la física de las relaciones es algo ridículo y obsoleto. Aún así, mientras exploro en mi nuevo podcast "Margins of Error", las diferencias de edad en las relaciones se han reducido, a pesar de toda la prensa sobre parejas de celebridades con grandes diferencias de edad.
De hecho, según datos de la Oficina del Censo de EU., el porcentaje de nuevos matrimonios entre mujeres y hombres que infringen la regla ha disminuido del 30% a principios del siglo XX a un poco más del 10% en 1980 a tan solo 3 % en la actualidad.
La disminución de la proporción de personas que rompen "la regla" refleja una sociedad en la que las mujeres y los hombres se están educando mejor y se están volviendo más seguros económicamente.
Esto ha llevado a que las personas (especialmente las mujeres) se casen más tarde.
Entonces, ¿cómo surgió esta supuesta regla? Un análisis profundo de los archivos muestra que solo en los últimos 25 años "la regla" llegó a reflejar la edad mínimamente aceptable en una relación. Solía ser que la mitad de la edad del hombre más siete se consideraba una brecha ideal.
Este estándar fue lanzado por primera vez hace más de 100 años por hombres, quienes no basaron sus hallazgos en estadísticas, sino en la dinámica de poder de género de la época. Según la profesora de economía Terra McKinnish, "la regla" tenía sentido bajo el modelo de sostén de familia masculino en el que "el hombre quiere establecerse en el mercado laboral para poder mostrar el potencial de ingresos. Y por eso tiene sentido... retrasar el matrimonio un poco para que puedan enviar esa señal".
En esencia, las normas sociales exigían que el hombre proporcionara el dinero y la mujer los hijos. En cuanto a las relaciones contemporáneas, los datos de las parejas masculinas del mismo sexo cuentan una historia diferente a la de las parejas heterosexuales. Los hombres en matrimonios del mismo sexo tienen muchas más probabilidades de romper la encarnación actual de "la regla" que las parejas heterosexuales: 15% en comparación con esa cifra del 3% que cité antes.
No se necesita mucho, quizá 20 minutos para cocinar menús sencillos y mantener una buena nutrición familiar. Lo mismo ocurre con los juegos en familia… no se necesita mucho tiempo pero el impacto en el desarrollo emocional de los niños es muy importante para su evolución. Jugar con tus hijos desde que son pequeños (y no tan pequeños) cambiará su desarrollo a mejor.
Desde siempre los niños pequeños se han quejado de la falta de tiempo de sus padres para jugar con ellos. Los padres no tienen tiempo y parece que jugar con sus hijos nunca es una opción prioritaria, pero la realidad es que es para los adultos tan importante como cocinar o para entenderlo mejor, para los niños, igual de importante como cepillarse los dientes. Padres y niños deberían jugar todos los días juntos.
Mínimo 20 minutos al día
Los niños necesitan jugar un mínimo de 20 minutos al día con sus padres, pero este tiempo no tiene que quedarse ahí, no hay que poner un cronómetro… Solo hay que disfrutar. Cuando los padres juegan con sus hijos se mejora el humor de los niños y también el de los padres. Las rabietas se disminuyen a la mitad, los niños tienen mejor autoestima y sentimiento de pertenencia. La familia es más feliz en general.A través del juego se transmiten valores a los niños y aparecen oportunidades de aprendizaje que de otra manera simplemente no existirían. Además, aunque muchos adultos no lo crean, para los niños, sus padres SIEMPRE serán los mejores compañeros de juego. Eso sí, para que el juego sea verdadero y todo esto sea beneficioso para todos, es necesario que los padres se centren completamente en sus hijos, sin el móvil en la mano o sin pensar en otras cosas. Hacer que ese tiempo, el que sea, sea absolutamente especial para sus hijos.
Mejor vínculo afectivo
Jugar con tus hijos mejorará el vínculo afectivo, los lazos emocionales serán mucho más estrechos y se crearán habilidades esenciales para la vida. Este tiempo es como un ensayo que los niños necesitan para potenciar habilidades que podrán aplicar en su vida en el futuro (creatividad, paciencia, toma de turnos, habilidades sociales, imaginación, resolución de problemas, control y regulación emocional, etc).
Los niños necesitan espacio y tiempo. Jugar implica ensuciarse, desordenar, ensuciar las cosas, hacer ruido y reír. Después ya se limpiará o se recogerá, pero jugar es todo eso y sin normas claras, mejor.
No te pienses que solo es bueno jugar con tus hijos cuando son pequeños, incluso en la adolescencia necesitan compartir ese tiempo especial contigo. Los juegos de mesa, el deporte, montar en bicicleta, cocinar juntos… Siguen siendo actividades importantes para realizar en familia y que os ayudarán a tener un fuerte vínculo que os una para siempre.
Fuente: Agencias