Este es un artículo de invitado de Francisco Fortuño, coach, mentor de Hombres y creador la primera comunidad de desarrollo personal y sexualidad para hombres, Hombres Evolucionantes, cuyo propósito es ayudarles a vivir una vida con más libertad, amor y propósito.
Cuando Francisco me propuso escribir un artículo de invitado en Habilidad Social sobre los mitos del cerebro masculino, la verdad es que sentí dos emociones enfrentadas.
Por un lado, la duda de saber cómo iba a tratarse un tema tan controvertido como las diferencias entre mujeres y hombres, en las que personalmente considero que hay un factor socio-cultural impuesto enorme.
Y por otro, la emoción de saber que le iba a dar un enfoque totalmente científico y práctico, lo que sin duda iba a ayudar a los lectores de Habilidad Social, independientemente de su sexo, a comprendernos un poco mejor y empatizar más con las personas que nos rodean.
Creo que ha conseguido arrojar luz a un tema donde puede existir mucha mitología, así que, sin más preámbulos, te dejo con su artículo.
Un largo camino por recorrer
Aún queda camino por recorrer, sin embargo, en el siglo XXI, al menos en el mundo desarrollado, poco a poco vamos generando una sociedad en la que hombres y mujeres tengamos los mismos derechos y obligaciones sin distinción de género.
Hay teorías que dicen que las diferencias que observamos entre los dos géneros son genéticas y fruto de la evolución, mientras que otras dicen que son socioculturales, producto de la educación que recibimos. Aunque es un debate fascinante, no es lo que nos va a ocupar en este post.
Pensar que hombres y mujeres éramos iguales me supuso un problema durante mucho tiempo, porque cada vez que esperaba que una mujer actuara de la misma manera que yo ante un determinado suceso, me frustraba cuando no ocurría así.
Por ejemplo, recuerdo una de mis primeras novias, cuando aún era un adolescente.
Los lunes en el instituto después de pasar el fin de semana separados yo lo único que quería era conectar físicamente con ella, “enrollarnos” como se llamaba entonces.
Sin embargo, ella sentía la necesidad de compartir antes lo que había hecho el fin de semana. Y esto creaba conflictos que ninguno de los dos éramos capaces de entender.
Se trata un pequeño ejemplo, pero te puedes hacer una idea de cuántos problemas traen en la convivencia de las parejas estas diferencias.
Mi conclusión ahora es que somos muy distintos. De hecho, si miro hacia atrás, muchos conflictos en mis relaciones han aparecido por pensar lo contrario.
Por suerte, la ciencia sigue avanzando. Y ahora sabemos mucho más sobre cómo funcionan el cerebro masculino y el femenino, y en qué se diferencian. Así que en este artículo voy a compartir contigo algunas claves para que comprendas mejor cómo funciona el cerebro masculino y cómo puedes ser más consciente de ello tanto si eres hombre como si eres mujer.
De este modo comprenderás por qué actúas como actúas o por qué tu pareja a veces se parece más a un zapato que a un hombre.
- Si eres hombre, te vas a sentir identificado seguro en más de una ocasión, y quizás esto te sirva para ser más amoroso contigo mismo entendiendo de dónde vienen algunas de tus actitudes en la vida.
- Si eres mujer, espero que esto te sirva para empatizar más con ellos y para entenderlos un poco mejor, ya que ellos, en general, no suelen compartir cosas tan personales con vosotras.
Y para ambos espero que este post contribuya a un objetivo común, que creo que todos compartimos, que es convivir en un espacio de armonía, disfrutado las similitudes y abrazando las diferencias que hacen que la vida sea mucho más entretenida, para así encontrar una forma de dejar la lucha y convivir en el amor.
Mitos sobre los hombres que la ciencia ha confirmado
En el libro El cerebro masculino, de Louan Brizendine, neuropsiquiatra e investigadora americana. En sus páginas, la autora nos cuenta algunas revelaciones muy interesantes sobre este asunto.
De aquí he extraído la información científica para explicar varios mitos masculinos que son más ciertos de lo que a la sociedad le gustaría admitir.
Pero no nos confundamos: con este post no busco justificar comportamientos inaceptables, machistas o violentos. Solo pretendo arrojar luz sobre estos mitos y explicar por qué los hombres hacemos las cosas que hacemos.
Por supuesto generalizar es errar y no todas las mujeres u hombres son iguales. En algunos puntos te verás reflejado y en otras no, pero con un poco de sentido del humor seguro que pasarás un buen rato y quizás aprendas algo que te sirva para mejorar tus relaciones, para conocerte mejor si eres hombre o para aprender más sobre los hombres si eres una mujer.
Mito: El hombre busca soluciones, la mujer empatía
Si eres un hombre te habrás visto en esta situación muchas veces: tu pareja te cuenta una situación dramática, así que mientras escuchas identificas tu solución al problema y se la ofreces.
Ella se enfada.
Tú de repente no entiendes nada, porque según tú acabas de “arreglarle” el problema… ¿Te suena la historia?
En tal caso, lo más seguro es que no caíste en la cuenta de que ella solo necesitaba compartir su situación contigo, hablar del problema para desahogarse.
Pero claro, para un hombre esto es más difícil que solucionar el asunto en sí y, para ello hay una explicación científica: la ciencia ha demostrado que la parte del cerebro encargada de buscar soluciones (unión temporo-parietal) está más activa en el cerebro del hombre que en el de las mujeres.
Además, sabemos que el procesamiento emocional del cerebro masculino y femenino es diferente.
El del hombre se inclina más a usar el sistema de circuitos cerebrales de análisis y búsqueda de soluciones, mientras que el de la mujer utiliza más el sistema de la empatía emocional.
Así que, si eres un hombre, la próxima vez que tu pareja te cuente un problema prueba simplemente a escuchar y, aunque tengas la solución, no la compartas a no ser que te invite a hacerlo.
Y si eres mujer, ten en cuenta que cuando tu pareja te quiera solucionar la vida no te lo tomes a mal; simplemente, está programado así de fábrica y, además, lo hace desde el amor.
En lugar de tener que buscar soluciones para la vida de la mujer con la que compartes tu vida, ofrécele una escucha activa y con el corazón abierto. Es mucho más efectivo que solucionarle la vida.
Mito: Mujeres y hombres sienten las emociones de manera distinta
Hasta hace muy poco, se creía que las diferencias en el modo de sentir y expresar las emociones en hombres y mujeres se debía únicamente a la educación y al entorno sociocultural.
Si bien es cierto que especialmente en la infancia y la adolescencia, se nos programa de manera diferente a hombres y a mujeres, también es cierto que existen diferencias biológicas que explican que, en efecto, no somos iguales.
Desde mi experiencia, sé que una de las principales acusaciones de los hombres respecto a las mujeres es que son demasiado emocionales y las mujeres suelen quejarse de que los hombres son incapaces de sentir (o al menos de expresarlo).
Cómo funciona el cerebro masculino respecto a las emociones
Voy a ponerte un ejemplo cotidiano, similar al anterior, para que puedas entender esto de una manera clara: pongamos que se da una situación en la que un hombre está frente a su pareja, escuchando como ella le cuenta, mientras llora, que su jefe la trata mal.
En ese momento, en el cerebro del hombre se activa el sistema neuronal especular: esto quiere decir que sus neuronas espejo se ponen a funcionar y ese hombre siente el mismo dolor emocional que su mujer.
Esto es lo que llamamos empatía emocional.
Hasta aquí el proceso es el mismo en hombres y mujeres; sin embargo, a continuación, se activan en el cerebro del hombre los circuitos cerebrales de análisis y búsqueda de soluciones, lo que es lo mismo, de empatía cognitiva.
El hombre ya no está sintiendo las emociones de su pareja, porque esta parte del cerebro proporciona una nítida frontera entre las emociones del otro y de él mismo.
Así, libre de emociones ajenas, el hombre puede depositar toda su energía en buscar soluciones.
Parecer ser, pues, que la misión del hombre a lo largo de la evolución ha sido la de buscar soluciones a las adversidades con el fin de mantenerse con vida, y de ahí la necesidad de evitar que las emociones le nublen el juicio.
Esto explica que el hombre, en general, sea menos emocional que las mujeres.
Otros datos de interés que explican esta teoría son los siguientes:
- Algunos investigadores creen que los varones humanos han conservado la barba para parecer más fieros y ocultar sus verdaderas emociones
- En la jerarquía masculina de los primates y humanos, la cara de enfado sirve para mantener el poder y corresponde a los hombres con más nivel de testosterona
¿Y qué dice la sociedad si un hombre expresa sus sentimientos?
Socialmente no está demasiado aceptado que los hombres expresen sus sentimientos y, sin embargo, a nadie le sorprende un hombre furioso.
Y, aunque pueda parecer mentira, muchos hombres sufren por eso.
El mensaje omnipresente de la sociedad es que los hombres debemos ser fuertes, independientes y valientes. Crecemos con la presión de inhibir el miedo y el dolor, de ocultar nuestras emociones más tiernas, de afrontar los desafíos con fuerza y seguridad.
Esta imposición, además de reforzar el rasgo evolutivo, nos ha desconectado de nosotros mismos. Ser buscadores de soluciones no nos hace menos humanos: sentimos, pero hemos aprendido a no prestar atención a nuestras emociones.
En mi caso llevo ya varios años trabajando con mis emociones y aún me cuesta mucho conectar con la ira o la tristeza. Casi nunca lloro, y cuando lo hago es por tonterías. La última vez fue viendo la película de Pelé el futbolista.
Ahí estaba yo en un avión mirando a ambos lados para que nadie se diera cuenta de que estaba llorando porque Pelé y sus amiguitos del barrio habían ganado el campeonato benjamín.
En los últimos años he descubierto un poder que es más grande que el del hombre que se traga todo lo que siente para parecer fuerte. Se trata del poder de la vulnerabilidad. Cuando en uno de mis Círculos de Hombres alguien es capaz de compartir sus problemas y esas partes en las que se siente menos seguro automáticamente se gana el respeto, la empatía y hasta la admiración de la mayoría.
Ser hombre y mostrarse vulnerable también es sexy, te lo podrá decir cualquier mujer.
Cuanto más mayores, hombres y mujeres nos parecemos más
Se ha comprobado que, hormonalmente hablando, el cerebro masculino maduro se asemeja más al cerebro femenino maduro.
La testosterona pierde presencia y los científicos creen que el hombre, con un equilibrio diferente de los combustibles que alimentan su cerebro, puede ser más receptivo a la oxitocina, la hormona de los abrazos y el afecto.
Esto explicaría por qué algunas mujeres se sienten atraídas por hombres mayores que ellas, o por qué algunas parejas conflictivas empiezan a llevarse mejor cuando se hacen mayores.
Una conclusión para este punto es que si eres hombre te permitas conectar con esas emociones para vivir una vida más plena. La próxima vez que te sientes vulnerable prueba a compartir y verás lo que ocurre. Es magia. Y si eres mujer, te invito a crear el espacio seguro para que los hombres puedan compartir esas emociones sin juicio y mostrar su parte más vulnerable.
Mito: El hombre tiene más ganas de sexo
Puede que «hombres y sexo» sea una de las asociaciones más potentes de nuestra sociedad.
El hecho de que un hombre pase mucho tiempo pensando en sexo y buscando practicarlo puede suponer una ofensa para muchas mujeres y hasta un insulto para muchos hombres, como si se les culpara por hacer algo sucio o erróneo.
Sin embargo, existen estudios científicos que demuestran que los hombres sí tienen más pensamientos relacionados con el sexo que las mujeres.
En 2011, por ejemplo, un grupo de investigadores de la Universidad de Ohio realizó un estudio publicado en el Journal of Sex Research que afirma que los hombres piensan en cuestiones relacionadas con el sexo unas 19 veces al día, de media.
Las mujeres lo hacen un poco más de la mitad: 10 veces.
Sorprendente, ¿verdad?
Así, parecería cierto que el hombre tiene una tendencia biológica muy marcada hacia el sexo: piensa mucho en sexo e intenta tenerlo lo máximo posible. Además, no hay nada de malo en ello, alguien tenía que preocuparse de que la especie no se extinga, ¿cierto?
A continuación, te expongo unos cuantos datos que explican los motivos por los que el hombre estaría más pendiente del sexo que la mujer (siempre hablando en términos generales):
- El área del impulso sexual (área prótica medial) es 2.5 veces más grande en el cerebro del hombre que en el de la mujer.
- Los investigadores han observado que, cuando un hombre se siente sexualmente atraído por una mujer, quiere acostarse con ella lo antes posible. Para los hombres de este estudio, ¡una semana era un tiempo de espera excesivo!
- En el cerebro reptiliano del hombre, el apareamiento significa que su ADN y sus genes se prolonguen a la siguiente generación. Es decir, que el sexo aquí tendría como función conseguir que su estirpe se siga expandiendo.
- Para un hombre es mucho más fácil relajarse y desactivar la amígdala, el centro de alerta y peligro en el cerebro, antes de la relación sexual. Esto quiere decir que el hombre tiene mayor facilidad para disfrutar del sexo en cualquier circunstancia. Y además gracias a la eyaculación se siente más relajado después de tener sexo, aunque se produzca una pérdida energética (pero eso es otra historia…)
Más allá de estos datos, el comportamiento sexual es complejo y no sólo depende de la estructura del cerebro. Vivimos en una sociedad que constantemente nos instruye en lo que es correcto y lo que está mal.
Este condicionamiento ha enseñado a los hombres a medir su valía por su éxito (sexual) con las mujeres: cuantas más conquistas, más éxito.
Por otro lado, aunque el cerebro masculino esté diseñado para relacionarse con el sexo de una manera muy activa, hay que dejar claro que el sexo no sólo tiene una misión física.
Mantener relaciones superficiales y con el mero fin de aumentar la lista de conquistas suele dejar una sensación de vacío. Vergüenza, culpa y miedo son también enfermedades de transmisión sexual que todos sufrimos en alguna ocasión. Especialmente nos afecta a los que hemos nacido en un entorno católico.
En mi experiencia con el desarrollo personal, el descubrimiento del Tantra me ha ayudado a gestionar toda esa energía sexual y a poder elegir de una manera más consciente cómo, cuándo y con quien tengo relaciones sexuales.
Sin embargo, en mi cabeza todavía hay una voz que me insiste en buscar y aprovechar toda posibilidad de sexo y no es fácil mantener esa voz calmada.
Si te ocurre algo así te invito a que la próxima vez que experimentes esto te relajes un momento y observes de dónde viene esta necesidad. Te servirá para identificar qué parte de ti no está nutrida y tiene que ir siempre a buscar fuera de tu propio ser.
Mito: Los hombres son más agresivos
Los hombres están involucrados en la mayoría de los actos de violencia que ocurren en el mundo; tanto en el papel de víctima como en el de verdugo, y muchos de ellos están relacionados con conflictos sentimentales.
Estas son algunas de las explicaciones científicas de esta tendencia a la agresividad de los hombres:
- El área del cerebro masculino encargada de la inhibición de la ira es más pequeña en el cerebro masculino, por lo que la expresión de la ira es una respuesta más común en el hombre que en la mujer.
- La zona encargada de la defensa del territorio (núcleo premamilar dorsal) que contiene los circuitos relacionados con el afán de superioridad, el miedo y la agresividad, es más grande en los varones.
- La amígdala, el sistema de alarma ante la amenaza, el miedo y el peligro, es mayor en los hombres.
- El sistema empático emocional (sistema neuronal especular), que se encarga de que una persona pueda sentir lo que otra está sintiendo, es más pequeño y menos activo en el cerebro del hombre.
A los hombres les cuesta parar una vez se enfadan. La ira se nutre de testosterona, vasopresina y cortisol. Estas hormonas reducen el miedo físico del hombre al adversario y activan su reacción de lucha territorial. Así que es un hecho biológico y científicamente demostrado que los hombres, en general, tienden a respuestas más agresivas.
No obstante, estos datos no justifican la violencia ejercida por los hombres, sino que demuestran una necesidad de autoconocimiento y conciencia urgente.
Por tanto, si el hombre se reconciliase con sus emociones y fuera capaz de entender sus reacciones, tendría también la capacidad de actuar con más conciencia en vez de reaccionar irracionalmente.
Es momento de darnos cuenta de que la gestión emocional es una de las asignaturas pendientes en esta sociedad. En mi caso, pasé muchos años sin permitirme conectar con la ira y lo que pasaba es que de vez en cuando explotaba haciendo alguna cosa incoherente e incluso peligrosa para mí, como romper una puerta de un puntapié sin previo aviso.
Si eres un hombre te invito a reflexionar sobre eso y a buscar maneras seguras de conectar con tu ira o frustración para que en ningún caso la acabes proyectando contra ninguna mujer ni ningún otro hombre.
Mito: Los hombres tienen peor memoria
Los estudios indican que hombres y mujeres recuerdan los hechos igual de bien, pero las mujeres recuerdan mejor y durante más tiempo los detalles de los acontecimientos emocionales.
¿La explicación? El cerebro tiene dos sistemas de memoria independientes:
- Por un lado, la memoria para los objetivos o acontecimientos no emocionales
- Por otro lado, la memoria realzada por la emoción.
Los hombres son mejores recordando hechos y cifras, mientras que las mujeres registran más claramente los detalles de la emoción que sentían en relación con los sucesos almacenados en la memoria.
Ahora entiendo por qué si pregunto a una mujer cuanta población hay en una ciudad, por ejemplo, muchas no me saben responder, mientras que yo tengo interés en estos datos y capacidad para recordarlos una vez los conozco.
Esto también explica por qué mi ex se acordaba perfectamente de aquella cosa que había hecho mal cinco años atrás cuando hacía cinco años (menos un día) que yo lo había olvidado 🙂
Con este mito se me ocurre un juego que puedes hacer con tu pareja y es recordar un momento que vivisteis juntos y que cada uno cuenta lo que recuerda de la historia. Así, podrás comprobar si este mito es o no real en ti mismo.
FUENTE: Habilidadsocial.com