1.- Elena Villaseñor creó un registro de los desaparecidos, los heridos y los muertos en la emergencia a partir de la información que proporcionaban amigos y familiares del Colegio Rebsamen.
Nombres y nombres escritos sobre cartulinas, cajas de cartón y trozos de papel daban cuenta de la angustia tras el derrumbe de la escuela en el sur de la Ciudad de México y de la urgencia por encontrar a quienes se encontraban dentro durante el terremoto, esto fue lo que motivo a Elena a crear el registro.
El sistema de Villaseñor era, a primera vista, indescifrable, pero ella logró identificar a prácticamente todos. No durmió en 24 horas, en la noche que siguió al sismo. Ha sido crucial en las primeras horas, un salvavidas para decenas de personas que se abrían paso en un mar de confusión y que no encontraban a sus hijos, a sus hermanos, a sus amigos.
“Han sido los padres los que, en medio del dolor, nos han confirmado la muerte de sus hijos, son momentos en los que no te puedes quebrar”, contaba entre lágrimas. 48 horas después seguía al pie del cañón, vencida por el cansancio. 19 niños y seis adultos murieron. Ya no queda ninguna posibilidad de rescatar a otro alumno: “Es momento de que me vaya a casa”.
2.- La noche del terremoto, el productor Nicolás Celis, de 30 años, envió plantas de iluminación al derrumbe del edificio en Laredo y Ámsterdam de la colonia Condesa de la Ciudad de México. También llevaron walkie talkies para comunicarse en un momento donde la mayoría de redes de telefonía móvil estaba caída. “En el cine lo más importante es la comunicación”, recuerda el productor de Pimienta Films.
El nuevo terremoto los sorprendió mientras preparaban un tráiler con seis toneladas de ayuda para el sur. Entonces enviaron los víveres a Morelos y a centros de acopio de Ciudad de México. También donaron siete plantas de luz para facilitar los rescates a los voluntarios. “Hemos construido la confianza porque sí entregamos la ayuda”, añade.
El Centro de Capacitación Cinematográfica dio sus luces para iluminar rescates. Los productores aportaron su experiencia organizativa en una contingencia donde la solidaridad ciudadana se ha desbordado de manera caótica. “Estamos muy unidos solo con estar organizados”.
3.- José Rubén Vega va por su tercer gran terremoto trabajando sobre el terreno. El director médico del Sanatorio Durango, uno de los hospitales más cercanos a los edificios que colapsaron en las colonias Condesa y Roma Norte, estaba en su despacho cuando la tierra empezó a temblar.
Desde muy pronto supo de la gravedad del suceso y empezó a coordinar las labores de evacuación y de preparación de un hospital de campaña en pleno camellón para alojar a los pacientes que habían tenido que ser evacuados. Rociaron el suelo de cloro para sanitizarlo e instalaron un hospital improvisado en plena calle Durango. Dentro del centro, seis quirófanos a pleno rendimiento se empezaron a preparar para atender heridos.
Todo sucedió a un ritmo frenético. “Las cinco primeras horas fueron caóticas en los alrededores, pero en ningún momento se perdió el control: ni con los pacientes que habían llegado antes del sismo, ni con los que traían de los edificios colapsados”, señala orgulloso. Tres pacientes, quienes llegaron al hospital en estado crítico con múltiples traumatismos, fallecieron. Casi treinta han sido salvados.
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Fuente: El País
Es momento de reconocer a todos estos héroes anónimos, no solo Mexicanos también a todos los emisarios de otros países que vinieron a fortalecer nuestra lucha, con un monumento en un sitio emblemático que nos recuerde siempre quien a levantado a México cuando más doblado está y lo fuertes que podemos ser cuando estamos unidos.
México Vive
México está de pie
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