Según los expertos, el yoga mejora la memoria, la atención y el aprendizaje, a la vez que hace conscientes a los niños de sus propias emociones.
La doctora en Psicología Clínica y de la Salud Amalia Gordóvil,, menciona un estudio de 2015 sobre los efectos de enseñar yoga en las escuelas y concluye que esta disciplina establece cambios en el humor, la tensión, la ansiedad, la autoestima y la memoria de los niños. Además, también hace referencia a otro estudio de 2016 sobre los beneficios percibidos por los propios niños y niñas después de practicar yoga durante un año en la ciudad de Nueva York, en el que los estudiantes destacan que son capaces de autorregularse mejor, disminuir el nivel de estrés, fortalecer la autoestima y mejorar la condición física y los resultados académicos.
Gordóvil ve el yoga como una práctica beneficiosa sin efectos adversos, que permite a los niños parar y conocer su propio cuerpo. Este hecho es especialmente importante, porque los niños «aprenden a detectar cambios en la respiración y en los pensamientos que los pueden poner en alerta», a la vez que les hace conocer herramientas que pueden ayudarlos a reconducir una situación estresante, como, por ejemplo, cambiar el ritmo de su respiración. «Cuando los niños descubren que ellos mismos pueden dirigir las propias emociones estamos ante una victoria, porque les da autonomía y les hace sentir capaces e importantes», dice la doctora.
La psicóloga coach Mireia Cabero, profesora colaboradora del grado de Psicología de la UOC, explica que el yoga desarrolla en los niños la capacidad de conectar con la propia interioridad. «El yoga promueve el conocimiento del mundo interior», mientras que «la enseñanza estimula y promueve conocimientos del mundo exterior».
El yoga también permite que los niños se paren, comenta Cabero. «Parar para poder sentir, reflexionar y respirar», una competencia que considera básica para encontrar «el equilibrio y afrontar los retos de la vida». Con todo, la experta concluye que los niños que practican yoga son más capaces de «gestionar las propias emociones y de relacionarse más conscientemente con ellos mismos, con los demás y con las adversidades».
Las técnicas de relajación y respiración que practican los niños en la escuela también ayudan a fortalecer la convivencia en las aulas, porque disminuyen el estrés de los alumnos y mejoran la relación entre ellos. El informe FAROS del Hospital Sant Joan de Déu asegura que trabajar la educación emocional en clase mejora el clima escolar y la relación entre los compañeros y el maestro, y fomenta aptitudes y habilidades muy útiles en el futuro.
Para el profesor Toni Badia, de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, «la educación emocional debería considerarse una prioridad en los sistemas educativos escolares y, por lo tanto, debería estar incluida en el proyecto educativo como un elemento clave en el desarrollo integral de la persona». En la educación primaria, añade, el hecho de que un alumno alcance un nivel alto en su educación emocional repercutirá positivamente en algunos aspectos fundamentales de las competencias comunicativa, social y ciudadana, y en la competencia de autonomía e iniciativa personal.
El profesor Diego Redolar, de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC, explica que el cerebro es «crítico» para la regulación del estrés. Varios estudios apuntan que la meditación provoca cambios funcionales y estructurales en las regiones del cerebro que sufren los efectos del estrés, como son el hipocampo y la corteza prefrontal. «Practicar esta técnica podría ayudar a minimizar los efectos que el estrés provoca sobre el sistema nervioso y, consecuentemente, sobre nuestras capacidades cognitivas y emocionales», explica el neurocientífico de la UOC.
Los expertos apuntan que la mejor edad para que el niño empiece a practicar yoga La introducción de estas técnicas en las escuelas catalanas es relativamente reciente. En países como Estados Unidos y Francia, ya hace décadas que se aplican en las escuelas e institutos.
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Fuente: ABC