Los pesimistas ven siempre el vaso medio vacío. Ahora tienen otro motivo para preocuparse, o para dejar de serlo, porque según un estudio que se publica en «BMC Public Health», el pesimismo parece ser un poderoso factor de riesgo de muerte por cardiopatías. Y, lo peor, el optimismo no parecer ser un factor protector. El estudio ha analizado a 2.267 hombres y mujeres finlandeses.
Investigadores del Departamento de Psiquiatría del Hospital Central de Päijät-Häme (Finlandia), han visto que aquellas personas con altos niveles de pesimismo parecían tener un mayor riesgo de mortalidad inducida por enfermedad cardiovascular, incluso después de ajustar los factores de riesgo fisiológicos conocidos. El optimismo no parecía tener ningún efecto en dicho riesgo.
«Los altos niveles de pesimismo se han relacionado previamente con factores que afectan la salud cardiaca, como la inflamación, pero los datos sobre la conexión entre riesgo de muerte por enfermedad coronario y optimismo y pesimismo como rasgos de personalidad son relativamente escasos», señala Mikko Pänkäläinen, autor de la investigación.
Según Pänkäläinen resulta sencillo evaluar los niveles de pesimismo y éste puede ser una herramienta muy útil junto con otros factores de riesgo conocidos como la diabetes, la hipertensión o el tabaquismo para determinar el riesgo de mortalidad por enfermedad coronaria.
Además, este es el primer estudio que examina la mortalidad por esta causa y su asociación con el optimismo y el pesimismo como variables independientes. Las investigaciones previas que trataron el optimismo y el pesimismo como opuestos en una escala continua obtuvieron resultados contradictorios, particularmente en relación con las asociaciones entre el optimismo y las muertes relacionadas con las enfermedades del corazón.
Los investigadores creen que el pesimismo de verdad crea un ambiente estresante en el cuerpo y eso conduce a la enfermedad cardiaca.
Los investigadores encontraron que los 121 hombres y mujeres que fallecieron a causa de una enfermedad coronaria durante el periodo de seguimiento de once años del estudio habían sido más pesimistas que las personas que todavía estaban vivas en dicho periodo. Sin embargo, no hubo diferencias entre los grupos marcadas por el optimismo, lo que sugiere que el pesimismo por sí solo genera un efecto sobre la mortalidad por cardiopatía coronaria.
Los investigadores creen que el pesimismo de verdad crea un ambiente estresante en el cuerpo y eso conduce a la enfermedad cardiaca. «No se puede siempre creer que sucederá lo peor. Hacer un esfuerzo por ver las cosas bajo una luz distinta puede marcar una diferencia».
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Fuente: ABC Salud