Hablas mal de los demás, y los demás también hablan mal de ti? ¡Este es un problema de nuestro día a día! Vamos a usar nuestra reflexión consciente para evaluar si este hábito es inteligente y cuáles son sus consecuencias.
¿Te has dado cuenta de que las personas felices evitan hablar mal de los demás? Parece que ellas, sencillamente, no tienen esa necesidad.
En el fondo, todos sabemos lo perjudicial que es dedicar una buena parte de tu tiempo a hablar mal de los demás. Normalmente se considera algo malo, pero muchas personas siguen practicando el hábito de hablar mal de los demás. Se aprende poco, se progresa aún menos, causa malestar y nos pone en riesgo, ya que cuando nos descubren, las consecuencias son desastrosas.
Mucha gente cree que nunca se descubrirá su lado de hablar mal de todo y de todos. Pero la práctica muestra que, tarde o temprano, el chisme será descubierto y, obviamente, el enfrentamiento no es agradable.
¿Por qué pasa eso? Aquí tienes los seis principales motivos:
1. Para sentirse parte del grupo.
Las personas chismosas para sentir que pertenecen al grupo. Se maldice para marcar rivales y establecer alianzas. Cuando dos personas hablan mal de un tercero, forman una especie de alianza. Chismear es intentar estar dentro de posibles ataques de adversarios. Los chismes también son un arma tanto para atacar, como para buscar un tipo de autodefensa. Identificamos un enemigo común. Hablamos mal de un tercero y creamos una identidad. El enemigo nos une.
2. Para sentirse superior.
Las personas que no se sienten bien consigo mismas, se sienten temporalmente mejor cuando juzgan a los demás negativamente. Una motivación de la necesidad de hablar mal de los demás es para que los participantes de la conversación se sientan mejor con sus propias inseguridades. Proyectamos nuestras inseguridades en los demás. Señalamos vicios o problemas de personas que no están escuchando la conversación. Normalmente buscan defectos y errores de los demás para comentarlos, en un intento de ocultar, o eliminar el foco o incluso para dejar de pensar en sus propios defectos.
3. Por envidia.
La envidia puede ser entendida como una especie de tristeza por el éxito de la otra persona. Oprimido por esa tristeza, el envidioso tiene actitudes para alejar o eliminar ese sentimiento malo. Una de las formas para hacerlo es hablar mal del envidiado, en un intento por disminuir sus cualidades.
4. Para salir del aburrimiento o llamar la atención.
Cuando las personas no consiguen generar discusiones interesantes basadas en conocimiento o ideas, los cotilleos pueden despertar el interés de las personas. Una persona llega a ser el centro de atención temporalmente cuando divulga un chisme.
5. Por prejuicios e intolerancia a lo que es diferente.
Los chismes se apoyan en los prejuicios. Establece un modelo de comportamiento aceptable y ataca un comportamiento diferente. Para no sentirse culpables, tratan de decir el famoso “Yo no tengo prejuicios,” y casi siempre después de esa frase, viene el clásico “pero”, que en realidad es la apertura para una frase con prejuicios.
6. Por falta de consciencia y reflexión.
Observa que estamos diciendo que el chismoso es necesariamente una mala persona. Muchas veces tú y yo acabamos hablando mal de alguien, sin prestar atención. Este es un aspecto peligroso de maldecir, que pasa sin pensar. Cuando tenemos un bajo nivel de consciencia, no reflexionamos sobre nuestras propias palabras, no cuestionamos la veracidad de los hechos. Y, por desgracia, esta falta de claridad puede incluso tener consecuencias devastadoras e irreparables para el que sufre los chismes.
Los tres grandes efectos negativos de los chismes en tu vida
1. Los demás van a hablar de ti.
Uno de los peores efectos de los chismes es que vuelven a ti, ya que las personas a tu alrededor pueden sentir que estaría bien que probases un poco de tu propio veneno. Si divulgas chismes sobre otra persona, alguien puede creer aceptables chismes sobre ti. Probablemente son las mismas personas con las que están compartiendo estos comentarios.
2. Chismear te aísla.
Las personas no confiarán en ti, estarán heridas con tus acciones y no se sentirán cómodos para compartir detalles de sus vidas. Está claro que las personas seguirán hablando contigo y aún tendrás amigos. Sin embargo, si te empiezan a conocer como la persona que chismea todo el tiempo, la gente va a evitar tener una verdadera conexión contigo. Tus amigos van a hablar contigo, pero pueden dudar antes de decir algo serio. Sobre todo si saben que después vas a chismear sobre ello. Los compañeros de trabajo y familiares también pueden dejar de contarte algo que teman que pueda convertirse en cotilleos.
3. Muchas veces los chismes difunden mentiras.
Chismear sobre algo y difundir rumores ayuda a que se perpetúen esas mentiras.
Como el hábito de hablar mal de los demás perjudica nuestra vida, nuestras relaciones y, también, la vida ajena, tenemos que aprender a mejorar nuestra comunicación y evitar este hábito.
Fuente: Arata Academy