Según la revista Scientific American, hay una respuesta sencilla al asunto de cuánto podemos permanecer sin dormir, gracias a un estudiante de 17 años que en 1965 se propuso ponerse al servicio de la ciencia y averiguarlo en carne propia.
Randy Gardner, ese era su nombre, tenía una tarea para la feria de ciencias de la escuela, entonces se mantuvo despierto por 264 horas.
11 días. Alcanzó así el Récord Guinness.
Otras investigaciones posteriores, experimentos más cuidadosamente monitoreados, han arrojado resultados similares, con los participantes manteniéndose despiertos en el entorno de los 10 días.
De acuerdo a estas investigaciones, los sujetos se recuperaron normalmente tras una o dos noches de sueño reparador.
En ninguno de los casos se observaron problemas médicos, fisiológicos, neurológicos o psiquiátricos de gravedad en los participantes, aunque evidentemente la privación de sueño sí tiene importantes efectos en procesos mentales, con una disminución creciente de la concentración y la motivación, y hasta alteraciones de la percepción.
Esto nos lleva a una cuestión un tanto crítica, y es lo que entendemos por «mantenerse despierto».
La privación de sueño prolongada comienza a alterar los procesos mentales de una persona al punto de que la condición de estar despierto se vuelve relativa.
Este estado de vigilia se caracteriza muchas veces un estado de conciencia alterado, episodios de hipersomnia y la pérdida gradual de funciones cognitivas y motoras.
El estudiante Randy Gardner estaba «despierto» al final de su experimento, pero carecía por completo de sus facultades cognitivas.
De modo que la respuesta final a la pregunta es, en definitiva, incierta.
Cabe notar, sin embargo, que no hay evidencia de que pueda darse una privación de sueño lo suficientemente prolongada como para matar a una persona. Si uno no sufre ningún accidente, esencialmente comienza a quedarse dormido el cerebro gradualmente hasta llegar al sueño completo.
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Fuente: Vix