Según un estudio del Centro Monell de Filadelfia en EU. nuestras papilas gustativas cuentan con más cantidad y variedad de receptores del azúcar que de los demás sabores. Seguramente por eso, solemos elegir la opción más dulce. Sin embargo, los expertos advierten de que tanto el exceso de azúcar como el de sal son perjudiciales, por lo que debemos evitar abusar de comidas precocinadas, bollería industrial, zumos, etc.
Nada más levantarnos nos enfrentamos al primer dilema: ahora, ¿qué desayuno? ¿Café caliente o frío?, ¿con azúcar, miel o leche? Y si tomo leche, ¿mejor entera o desnatada? ¿Me interesa tomarla enriquecida con algo (calcio, ácido fólico, etc.)? Y… ¿cuándo es el mejor momento para desayunar si no quiero engordar?
El Laboratorio de Alimentos y Marcas de la Universidad de Cornell, a cargo de Adam Brumberg, en Inglaterra, asegura que cada uno de nosotros tenemos que tomar una media de 200 decisiones sobre lo que comemos cada día. Y la mayoría, según esta investigación, elegimos de forma inconsciente, sin saber por qué. De hecho, Brumberg y su equipo aseguran que son muchos los estudios que demuestran que el ambiente es un factor determinante en nuestra decisión final sobre lo que ingerimos. “Las personas que están acostumbradas a comer palomitas de maíz en el cine, se las comerán aunque estén rancias”, aseguran.
De hecho, gracias a la literatura científica reciente, sabemos que es probable que pidas comida basura cuando estás estresado, mientras que, cuando estás relajado, tienes más predisposición a consumir alimentos saludables. También sabemos que si eres chico ingerirás casi el doble de pizza cuando comas junto a una mujer que cuando lo hagas con otros hombres. Mientras que si eres chica, te cortarás más si compartes mesa con el otro sexo que si lo haces con tus amigas.
Y, por último, en un restaurante serás cuatro veces más propenso a pedir postre si tienes un IMC alto que si lo tienes bajo. Incluso, según una investigación reciente publicada en The International Journal of Obesity, si ya sufres obesidad o sobrepeso eres más propenso a seguir engordando, como respuesta al estrés que te provoca esta situación. Según Eric Robinson, del Instituto Universitario de Psicología de la Salud y la Sociedad de la Universidad de Liverpool y coautor de este estudio: “La clave está en la forma en la que retratamos el sobrepeso y la obesidad dentro de la sociedad. Es algo sobre lo que debemos reflexionar, ya que deberíamos emplear más medios en alentar a las personas a introducir cambios saludables en su vida que en retratar el exceso de peso como algo terrible”. Por esta razón, tienen mucho más éxito en las dietas de adelgazamiento quienes planifican lo que comerán con antelación y son conscientes de la importancia del cambio de hábitos que quienes improvisan sobre la marcha, pues estarán expuestos, sin saberlo, a la presión del ambiente.
¿A qué hora como?
En los últimos años se están produciendo avances reveladores en este sentido. El más importante es uno llevado a cabo por el Instituto Salk para los Estudios Biológicos de San Diego, que ha comprobado que debemos ingerir toda la comida en una franja de ocho horas, es decir, que si desayunamos a las ocho de la mañana debemos agrupar todas las comidas hasta las ocho de la tarde. Esta investigación, hecha con ratones, determinó que los que así lo hicieron ganaron poco peso y no desarrollaron problemas metabólicos, mientras que los que comieron a todas horas de forma desordenada se volvieron gordos y enfermos.
La razón de este sorprendente descubrimiento tiene que ver con la relación entre nuestro ritmo circadiano y nuestro metabolismo. De hecho, hay otras investigaciones que avalan estas conclusiones: una de la Universidad de Harvard publicada en el International Journal of Obesity reveló que quienes comen antes de las tres de la tarde pierden más peso que quienes lo hacen después. Además, está comprobado que hay horas especialmente indicadas para consumir según qué alimentos. Por ejemplo, una investigación de la Universidad de Tel Aviv demuestra que por la mañana nuestra capacidad de metabolizar los azúcares es mayor, mientras por la noche aumenta la intolerancia a la glucosa.
Al margen del peso, una investigación de la Universidad de California comprobó que comer a deshoras también influye en el cerebro. Según su experimento, también con ratones, los que comían cuando su cuerpo entendía que debían estar durmiendo sufrían graves consecuencias en su capacidad de aprendizaje y su memoria. En este sentido, la doctora Vidales apunta: “En España lo que más afecta a la digestión es lo tarde que comemos y cenamos. Lo ideal sería desayunar entre las siete y las nueve de la mañana; hacer el primer tentempié sobre las 11:00 u 11:30; comer a las 13:30; tomar otro tentempié a las 17:00 y cenar a las 20:30 como muy tarde”.
Otra gran corriente cada vez más en auge es el veganismo. Igual que cada vez hay más rechazo (en los no intolerantes, se entiende) hacia la lactosa y el gluten, aumentan los partidarios de seguir una dieta vegana, es decir, basada en la ingesta de frutas, verduras y frutos secos. Tal es la fiebre que datos recientes apuntan a que hay entre 3 y 7 millones de veganos solo en EU. En cuanto a la conveniencia de esta forma de vida, cada vez hay más investigaciones que la avalan. Como el estudio de la Universidad de Florencia (Italia) que relaciona la dieta vegana con bajos niveles de enfermedades cardiovasculares y cáncer. Sin contar con el que asegura que la dieta vegana reduce los efectos adversos de la menopausia y los niveles de estrés. Sin embargo, también se encuentran estudios que hablan de las deficiencias en vitamina B12 que padecen quienes no consumen ni carne, ni pescado ni huevos. Entonces, ¿en qué quedamos?
#PiensaPositivo
Fuente: Quo
Interesante información y muy verídica…. Gracias y miles de bendiciones Mariano