La monita vivía en la casa de un hombre junto con un perro que era también muy pequeñito, tan pequeñito era que desde este momento le llamaremos perrito.
Una noche, la monita y el perrito estaban solos, alumbrados por la luz de una vela. El amo había salido y la monita, que como saben imita al hombre a la menor ocasión, quiso hacer lo mismo que su amo. Tomó la vela y se preparó para irse.
¡No! -gritó el perrito- ¡Te lo ruego, no me dejes aquí solo a oscuras!
Estaré fuera solo el tiempo necesario para respirar un poco de aire –dijo la monita- además no te quedarás a oscuras ¿no ves que detrás de ti hay otra vela encendida?
En efecto, en la habitación había un espejo que reflejaba la vela encendida.
-¿La ves o no la ves?- preguntó la monita
Sí, sí la veo...- respondió el perrito y antes que este hubiera terminado de hablar se encontró solo y obviamente a oscuras.
Esto es algo que le puede suceder a quien no sabe distinguir lo que es la realidad de la engañosa apariencia.
Me gustan tus cuentos y tus reflexiones ☺?