Un día de verano, un poeta se extasió escuchando el extraño canto de una cigarra.
De repente el canto se detuvo. El poeta vio como la cigarra emprendía el vuelo y… como acabo en el pico de una golondrina que volaba por allí:
-¡Eh!- le gritó- , tú que cantas tan bien, ¿Cómo es posible que hayas acallado para siempre a otro ser que también es maestro del bel canto?
Pero la golondrina ya estaba lejos.
La esperaban sus golondrinas: cuando hay hambre, no queda tiempo para la poesía.
Me gusto,
esperaba continuación.