Un día un granjero fue a la ciudad y compró a su hija un regalo, que a la niña le pareció raro y feo:
-Pero si es un arbusto lleno de espinas!
-Exclamó la muchacha-. No me gusta nada.
Y el padre le dijo sonriente:
-Es porque no sabes apreciar lo que valen de verdad las cosas. Este arbusto seco y feo dará pronto una flores maravillosas.
La niña, en silencio, vio cómo su padre plantaba el feo arbusto y lo regaba con cariño y, al pasar los días, se fue cubriendo de hojas, de un color verdoso, y más tarde de pequeñísimas flores. Una mañana, al salir al jardín, la muchacha no pudo contener un grito de entusiasmo:
-¡Qué maravilla! ¡Papá, ven a ver esto…!
Y el granjero corrió junto a su hija. Y vio que los capullos se habían abierto durante la noche, convirtiéndose en bellísimas rosas rojas.
-¿Ves hija mía, cómo no debemos juzgar las cosas por su apariencia? Las rosas más hermosas han florecido del arbusto espinoso y reseco, del mismo modo que, en la vida, encontramos cosas que no son bellas y luego se transforman y nos llenan de alegría.
#PiensaPositivo
Muchas gracias Mariano, tengo gusto enorme de escuchar e ir leyendo lo que me envías.
Cuídate mucho, Dios te Bendiga siempre!