Había una vez un perro que mordía por sorpresa a cuantos se encontraba.
El amo, desesperado, le colocó un cencerro en el cuello, para que la gente pudiera oírlo cuando se acercaba.
Pero el perro, que además era vanidoso, interpretó la cosa a su manera:
- ¡Mira que cencerro más bonito me ha puesto mi amo! -le dijo a una perrita que pasaba por allí.
-Precioso, desde luego -respondió la perrita con una sonrisa forzada. -Tu amo te lo puesto para que todos puedan saber que eres ¡un perro malo!
Un perro con mucho ego