Llegó el ciervo a un manantial y, al inclinarse para beber pudo apreciar la hermosura de sus cuernos aunque también la delgadez de sus patas. De repente se oyó el ladrido de unos perros, ¡se acercaban los cazadores!
El ciervo huyó hacia el bosque y, cuando pensaba que por fin estaba a salvo, los cuernos se le enredaron en unas ramas bajas, y los perros se abalanzaron sobre él.
¡Entonces el ciervo comprendió que había menospreciado sus útiles patas y había admirado los cuernos que serían sus perdición!.
Hola, me gustó. No había visto estás publicaciones…gracias!!