El algarrobo es un árbol que da unos frutos dulces, las algarrobas. Las vainas de las algarrobas son de color pardo, se cosechan en verde y se secan al sol. Son un importante alimento para el ganado equino.
Un día, se acercó al algarrobo un caballo adiestrado para la guerra con un soldado montado a la grupa.
No muy lejos de aquel lugar se estaba librando una gran batalla y el soldado, que había sido herido, había dirigido el caballo hacia el bosque para recobrar las fuerzas antes de volver al combate.
Cuando llegaron hasta donde se encontraba el algarrobo, el caballo estaba muerto de cansancio y el solado, desfallecido, iba agarrando al cuello del animal.
El caballo alargó los labios y arrancó una de aquellas largas vainas. Empezó a masticarla con precaución y la encontró no buena sino buenísima, pero dudaba de que el fruto fuera comestible.
Y cuando vio que el soldado alargaba la mano para coger unas algarrobas, el caballo pensó: si el hombre las come, señal de que este fruto es bueno. Y se apresuró a comer más.
Oh, qué bien se estaba, comiendo algarrobas en aquel bosque tranquilo, donde llegaba siquiera el fragor de cruenta batalla que se estaba librando en el prado.
El soldado comió hasta la saciedad y, al cabo de poco tiempo, ambos sintieron que habían recobrado el vigor y que estaban dispuestos ya para reanudar la lucha.
El caballo alegremente empezó a trotar y luego a galopar. Tardaron muy poco en encontrarse de nuevo en el campo de batalla dispuestos a luchar y vencer.
Desde aquel día, el hombre siempre le ofrece a su amigo el caballo, para alimentarlo el fruto dulce del algarrobo, fruto del que también se alimenta él.
Muchas gracias Mariano, sabes tengo un año que por cuestiones de trabajo estoy lejos de mis pequeños, pero trato de siempre estar en comunicación con ellos y al más pequeño diario le leo un cuento por teléfono, tu blog me ayudara a leerle los mejores… tu programa es excelente…